El tiempo, a veces, no se mide: se intuye. En la brisa que anuncia un cambio, en la luz que se filtra de forma distinta, en los tonos que mutan con el año. Chopard captura esa sensibilidad —la forma en que el mundo se transforma lentamente— y la traduce en un reloj que gira con la misma cadencia de la naturaleza: Imperiale Four Seasons.

Edición limitada a 25 ejemplares, esta creación va más allá del tiempo medido. Es un paisaje en movimiento, una coreografía de estaciones sobre la muñeca, donde técnica, emoción y poesía se entrelazan.
El pulso de las estaciones
La carátula es lo primero que enamora. En su mitad superior, un encaje de oro ético blanco dibuja una flor de loto: símbolo sutil de la colección, replicado también en la corona. Los pétalos satinados, bordeados por nervaduras pulidas, generan un juego de luz y textura que transforma cada mirada en una experiencia táctil.

Debajo, se esconde el alma viva del reloj: un disco rotatorio de marquetería de nácar perlado y pintado a mano con un degradé cromático que va cambiando con los días. Verdes que brotan, azules que enfrían, ocres que crujen, dorados que se apagan. Esta obra en miniatura completa una vuelta cada 365 días, revelando las estaciones con la precisión de un calendario emocional.


complicación única
Esta maravilla mecánica está impulsada por un movimiento mecánico de carga automática con 227 componente. Gracias a la tecnología Twin exclusiva de Chopard tiene un doble barrilete que garantiza una reserva de marcha de 65 horas.

El verdadero gesto poético es “Quatre Saisons”: una complicación que pone en movimiento el disco central, a un ritmo lento y constante, íntimamente ligado a la aguja de las horas. Un mecanismo silencioso que transforma el paso del tiempo en una experiencia visual. Esta proeza técnica —diseñada, desarrollada y ensamblada internamente— revela la maestría de Chopard y su visión de la relojería como arte.
Los colores de las estaciones
Para acompañar la danza de las estaciones, Imperiale Four Seasons se entrega con cuatro correas de aligátor sin costuras, en tonos que reflejan la narrativa del tiempo: amarillo, verde, naranja y azul. El sistema intercambiable permite adaptar el reloj al ánimo del día o al color del entorno.




La caja, las asas y la corona están realizadas en oro ético blanco, engastadas con diamantes que reflejan la luz como si también quisieran transformarse. Porque en este guardatiempo, todo vibra con el ritmo sutil de la naturaleza.