¿A quién no le gustan los universos de fantasía? Esos donde podemos jugar a imaginar, sacar a pasear a nuestra niña interior —que siempre está ahí, aunque a veces la ocultemos—. Recordar historias legendarias, como las de las princesas con las que crecimos, y que, mal o bien, marcaron la infancia de muchas. Hoy miramos al pasado con nostalgia y alegría. De fondo, suena el vals de Tchaikovsky y, sin darnos cuenta, estamos ahí: en un castillo encantado, rodeado de espinas, en un bosque detenido en el tiempo, donde todo duerme… menos la magia. Así comienza la historia de La Bella Durmiente.
El telón se levanta y WOLF 1834 toma el papel protagónico. La firma británica reimagina su joyero más emblemático bajo una nueva narrativa: La Bella Durmiente. Una edición especial que no solo homenajea al ballet clásico, sino también al diseño que desafía el paso del tiempo, al romanticismo moderno y a la artesanía con alma ética y responsable.
Acto I: El visionario del tiempo
Detrás de cada objeto mágico hay siempre una mente que soñó. En esta historia, el papel de maestro encantador lo interpreta Philipp Wolf III, el heredero de la Maison, marroquinería de excelencia que no solo entendía el lujo, sino también el alma del objeto. Fue él quien, en los años 50, imaginó la primera caja con una bailarina giratoria. Una figura que danza sin fin, impulsada por la emoción y por la memoria.
Pero Wolf no solo diseñaba: también cuidaba. Su sensibilidad se extendía más allá del papel o el torno. Introdujo procesos ecológicos mucho antes de que existiera el término “sostenibilidad” y fundó la Asociación Sueca de Salmón y Trucha, demostrando un compromiso con el entorno natural. Ese espíritu —romántico, responsable, adelantado— sigue latiendo en cada pieza de la firma. El verdadero lujo no esta solo en el cómo se ve algo, sino en el por qué fue creado. Ahora su legado vuelve a cobrar vida.
Acto Ii: El escenario encantado
El cuento vive entre texturas y relieves. La caja musical de WOLF no solo guarda joyas, construye un universo en miniatura. Como si cada línea tallada fuera un pasaje secreto, como si cada material susurrara una parte del relato.
Por fuera, la madera de nogal y la marquetería en forma de corazón nos invitan a creer en lo eterno. Como si el amor —o el arte— pudiera conservarse intacto, más allá del tiempo. Por dentro, un interior turquesa forrado en Ultrasuede con tratamiento LusterLoc protege los tesoros con suavidad y técnica, como si fueran recuerdos guardados. Anillos que marcaron un “sí”, aretes que alguna vez bailaron con un vestido largo, collares que aún saben a perfume.
No se trata solo de guardar joyas, sino de atesorar momentos. La emoción de un regalo, la historia de un primer beso, la promesa que aún brilla aunque el tiempo haya pasado. Pero el verdadero encantamiento vive en los detalles: un espejo con borde de concha que refleja más que un rostro, un paisaje bordado que evoca el castillo dormido entre los árboles.
La llave en forma de rosa activa toda la magia. Y entonces, una bailarina pintada a mano comienza a girar al ritmo de Tchaikovsky. Una escena que, como en un cuento, nos envuelve en el universo encantado del ballet clásico.
