Jonathan Anderson presentó la colección Dior SS26, una declaración audaz para una casa repleta de referencias que parecían imposibles de superar. Anderson no se limitó a entrar en los recuerdos de Dior y mostrarlos: los hizo visibles, pero esta vez con una mirada hacia el futuro, con audacia, romanticismo, elegancia y soltura. Dejó claro que la gran herencia de Dior puede leerse desde todos los lugares que habita una mujer. Dior nos hizo navegar por el pasado de la marca, pero con un rumbo definido hacia el futuro.

Entender la historia de DIOR
“Atreverse a entrar en la casa Dior requiere empatía con su historia, voluntad para descifrar su lenguaje —que forma parte del imaginario colectivo— y la determinación de guardarlo todo en una caja. No para borrarlo, sino para almacenarlo, mirando hacia el futuro, volviendo de vez en cuando a fragmentos, huellas o siluetas completas, como si se revisitaran recuerdos. Es un sentimiento y una tarea en constante evolución, compleja e instintiva a la vez. A lo largo de todo este tiempo, el amor por la belleza ha tomado forma de manera duradera en la Casa, sin importar el momento”, comentó Dior sobre la primera colección de Anderson, de 41 años, nacido en Magherafelt, Irlanda del Norte.

Teatralidad de lo cotidiano
En el desfile aparecieron rasgos clave que marcaron la historia de la casa. Anderson apostó por la teatralidad de lo cotidiano, sin dramatismos innecesarios. Propuso siluetas en movimiento y volúmenes que no renuncian a la alta costura, con un claro guiño a la audacia que lo define. No fue un desfile cualquiera: fue el principio de una nueva era. El motor de la pasarela combinó formas clásicas con gestos juveniles. Vimos cuellos altos, minifaldas, denim, los lazos clásicos de la firma y gasas etéreas. Fue una colección viva que cualquier mujer puede llevar hoy, mañana y siempre.

Guiños de la maison
La mujer Dior de esta colección nunca se vio opacada por la ropa, sino acompañada por ella. Anderson retomó creaciones clave de la maison: los lazos se hicieron visibles, los pliegues reaparecieron y hasta las siluetas históricas fueron completamente reconstruidas a partir de cuerpos de mujeres libres, definidas y fuera del control de las piezas.

