El nuevo Raketa Theatre, creado en colaboración con el legendario Teatro de Marionetas Sergey Obraztsov, es un tributo a la memoria compartida, a esas tardes de infancia donde las cortinas se abrían para que la diversión se asomara. Solo existen 100 piezas y cada una es como una entrada eterna al teatro. Una butaca grabada con número propio, como si el tiempo se sentara con nosotros a ver la función.
El escenario del tiempo
En el corazón de su carátula late un homenaje al reloj monumental del Teatro Obraztsov, ese mismo que lleva generaciones encantando a niños y adultos en Moscú. Allí, cada hora es un personaje. Esos animales teatrales renacen con un aire vanguardista y juguetón, reinterpretados por los diseñadores de Raketa como si hubieran salido de una obra de títeres modernista.

“Los personajes del reloj tienen ahora una nueva apariencia. En lugar de convertirse en piezas de museo, siguen con nosotros, como parte de nuestra realidad viva. Así es como la historia del teatro de marionetas continúa latiendo”, dice Elena Bulukova, directora del Teatro Obraztsov.
tras bambalinas
El corazón del Raketa Theatre late con la precisión de una maquinaria que honra su linaje. Su movimiento automático, se fabrica de principio a fin en la histórica Raketa Watch Factory de San Petersburgo —una de las pocas casas relojeras en el mundo que produce íntegramente sus propios calibres.

Con una coreografía de rubíes, engranajes y memoria, esta pieza cuenta con una reserva de marcha de 40 horas. La caja de acero inoxidable de 39.5 mm, el cristal de zafiro y las manecillas Superluminova se suman a una experiencia completa. Cada tic hace eco en un teatro vacío, esperando que empiece la función.
El tiempo que vuelve a escena
La alianza entre Raketa y el Teatro de Marionetas Obraztsov no se limita a un reloj de colección. Va más allá del objeto: se trata de rescatar un símbolo, de conservar una historia que sigue latiendo.

Además de diseñar el modelo Raketa Theatre, los especialistas de la manufactura rusa están participando en la restauración del icónico reloj monumental que corona la fachada del teatro —un proyecto que habla del compromiso de la marca con el patrimonio cultural, y de su forma única de entrelazar arte, memoria y mecánica.