¿Tiempos para el anti-ego watch? Hermès así lo cree

Si buscas un nuevo clásico femenino tranquilo, reniegas de los iconos en lista de espera y no estás de humor para acrobacias ‘hiphoperas’, tal vez el Hermès Cut sea tu reloj

Todo lo que un humano sensato necesita en este año convulso está en la naturaleza eterna de una isla griega. Y por qué no, también en un reloj casual y elegante del diario que tal vez te ha pasado desapercibido. El nuevo Hermès Cut no es un exponente más del lujo silencioso para urbanitas que gustan leer entre líneas. En realidad en la maison naranja nunca algo es un objeto más. Hace unos días la firma volvió a presumir cifras globales de venta de dos dígitos en el primer semestre del año en un entorno con la competencia sufriendo. Y su relojería se mantiene estable respecto al gran 2023. Por algo será.

Los guardatiempos exploran nuevas fórmulas en la era postfuncional. Llueven esqueletados, cajas de forma y deformes, arcoíris cibermateriales y un potosí de diamantes. Pero en medio de la tiktokrmenta Hermès piensa que basta con dar nítidamente la hora. Tan simple y a la vez tan complejo en medio de un año frenético. Y si el secreto de la felicidad fuera eso, un plácido retorno a paisajes homéricos por los que nunca pasa el tiempo

El Cut se presentó en Watches & Wonders, un entorno demasiado ruidoso para apreciar la sutilezas de un reloj Hermès. Como el trendy H08, también lo ha concebido Philippe Delhotal que parece haber tomado la medida a la contemporaneidad ‘in the spirit of the Faubourg’. Y la nueva criatura huye otra vez de las tendencias del swiss made para sumar un corte afrancesado más al patronaje diverso del universo relojero de esta institución.

Libertad creativa

El gran Henri d’Origny nos dejó los irremplazables Arceau, Clipper, Cape Cod desde que La Montre Hermès apareciera en 1976. Pero no hay que olvidar que los relojes Hermès existen desde 1928 envueltos en un frenesí de libertad creativa que se inspira en los viajes, lo ecuestre o la elegancia en el campo. Medor, Harnais, Dressage, Barénia, Kelly, Arcole… Creatividad impulsiva de un estilo único.  

El nuevo Cut sigue fiel al manifiesto sereno habitual, pero aunque es un reloj citadino ready-to-wear recuerda más a ese oasis sin estridencias que imaginó Martin Margiela en los años al frente de la casa del Faubourg Saint Honoré (1997-2003). Margiela, que volvió inmortal al Cape Cod solo con darle una doble vuelta a su correa, pensaba en una mujer inteligente, arreglada pero cómoda, que huye de los estampados habituales de los foulards en detrimento de los colores binarios como el naranja cúrcuma combinado con un blanco absoluto y honesto. El Cut se presenta en un metal primario como el acero y el acero-oro rosa para combinar con ocho colores de correas de caucho integradas. Algunos son tan evocadores como gris étain, glycine, verde criquet, azul jean o capucine.

Desde el principio optamos por un reloj de uso diario que se pudiera llevar de distintas maneras” dice Delhotal, “y el brazalete (metálico o de caucho intercambiable) está en consonancia con el uso del objeto y su espíritu. Pueden usarse para nadar y para eso el cuero no es adecuado”.  Sin embargo, el diseñador ha encontrado inspiración en la carta de colores de la piel Hermès para los tonos de las correas de caucho.

Ese valhalla de la piel que es Hermès sigue manteniendo sus curtidos para sus colecciones de relojes artesanales, pero desde la pandemia le ha encontrado la gracia al caucho para sus relojes multiusos. La idea se estrenó en el H08 y ahora se mantiene en los Cut. Misma diversidad de combinaciones sin caer en un it watch. En la web de la firma los modelos aniñados que huyen de lo voluptuoso escenifican los relojes Cut combinados con jeans Straight Cut o prendas de piel que los contextualizan. Algo así como la neo margielización, donde el equilibrio se logra más por simpleza que por añadidura.

Las formas simples han existido desde tiempos prehistóricos, pero el Cut se permite la licencia de una versión con 56 diamantes sobre el bisel para estimular las hormonas de la clientela genderless en noches de verano. Todo lo demás es una suma en una resta. El rostro diáfano de tres agujas bastón con tipografía arábiga luminiscente que invita a leer, una corona lacada en naranja con la H desplazada a las 1:30 h para no interrumpir el biselado sutil lateral o un cierre mariposa para domesticar el aire sport que de entrada nos sugiere el caucho.

Personalizar lo cotidiano

Con esto y 36 combinaciones posibles no hace falta mucho más para personalizar lo cotidiano. En su interior, un calibre propio H1912 (el año en que Jacqueline Hermès posó con su reloj en el brazo) de 50 horas de marcha con credenciales de Manufacture Vaucher. Todo el portafolio está entre los 6,700 y los 21,900 dólares.

En un año como éste, la relojería más tendenciosa recupera formas caprichosas setenteras con piedras naturales y brazaletes de oro amarillo en joyas que dan la hora. Sin embargo, el Cut propone una hora desnuda. Basta la rotundidad de un círculo con dos cortes simples laterales para sustentar toda una filosofía contemporánea que nada tiene que ver con otros antecedentes como los hachazos laterales en las cajas de Daniel Roth o los Arkade de A. Lange & Sohne. El equipo que dirige Laurent Dordet, CEO de Hermès Horloger ha elegido una caja de 36 mm en la zona del Panthère de 36 mm, el Royal Oak de 37 mm o el J12 de 38 mm. Con el nuevo LV Tambour de 40 mm comparte el mismo toque escueto de hechura afrancesada.

Concierto de Alessandro Sciarroni a pleno sol en las canteras de agua verde interpretando ‘Time’.
El reloj, en su hábitat

Para hablar de todo esto Hermès buscó un lugar apropiado en mayo, como la isla de Tinos en las Cícladas. El Cut y sus impulsos primarios, más que en una red carpet o en un palacio, se comprende mejor en un paisaje árido con terrazas y palomares mensajeros por los que transitaron divinidades mitológicas. O aún mejor entre las canteras de mármol verde famosas de la isla que un día adornaron las mansiones de Pérgamo o Alejandría. En este entorno supranatural el reloj parece que llevara existiendo décadas.

La experiencia fue por unos días un viaje suspendido en el tiempo, un genius loci del estilo del Faubourg. El programa incluía sesiones diarias de Tai Chi al amanecer en la playa, un concierto de Alessandro Sciarroni a pleno sol en las canteras de agua verde interpretando ‘Time’, de Hans Zimmer, un taller de cincelado a buril sobre mármol dirigido por el artista Giorgos C Palamaris o el dueto al atardecer de Dafne Kritharas y Paul Barreyre con un inolvidable trasfondo de olivos sobre el mar azul.

El artista Giorgos C Palamaris durante el taller de cincelado a buril sobre mármol.

Otro día la cocina de la ninfa Antonia Zarpa, del restaurante To Thalassaki donde el mar baña los pies de los comensales, te hace olvidar el propósito del viaje en una experiencia culinaria a base de flores, plantas, tubérculos y verduras de su propio huerto encantado. El goût Hermès como en la Metamorfosis de Ovidio, donde el cuerpo puede ser piedra, pájaro, árbol, estrella o, por qué no, reloj.

Pierre-Alexis Dumas, director artístico de Hermès, tomó la palabra para dar sentido al instante y dar por cerrado el viaje iniciático. “Hay una escultura de mármol en el Cleveland Museum of Art llamada The Stargazer, el observador de las estrellas. Data de 3000 años antes de nuestra era y proviene de esta zona. Aquí donde la naturaleza es eternamente bella y nos trae de regreso a lo esencial, el reloj Hermès Cut  nos recuerda que ante todo somos humanos”.   

El dueto Dafne Kritharas y Paul Barreyre.
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