Cartier y el arte del tiempo nocturno

Cartier presenta adiciones a su familia de piezas de noche; relojes-joya que transforman el tiempo en luz y celebran la feminidad.

En el universo de Cartier, los relojes de noche iluminan el paso del tiempo con la maestría de la Maison al fusionar relojería y joyería en un mismo gesto creativo. Cada pieza de esa familia es concebida como una escultura de luz que celebra el savoir-faire de los artesanos y la elegancia que define a Cartier desde hace más de un siglo.

El reloj Panthère de Cartier multiplica por diez su aura en una versión repleta de diamantes. Los 370 diamantes talla brillante del brazalete se suman a los 106 de la caja para crear un haz de luz que realza la presencia de este reloj en la muñeca, felina por naturaleza. 

La curva, la luz y la forma

De entre las creaciones «nocturnas» de Cartier destaca el Baignoire, cuya silueta ovalada se convierte en un manifiesto de sensualidad. Su brazalete curvado, engastado con 552 diamantes, encarna el desafío técnico del joyero que hace de la curva un arte. Otra versión, aún más deslumbrante, duplica la línea de diamantes hasta sumar 307 piedras, transformando la muñeca en una arquitectura luminosa que irradia sofisticación.

El diseño del reloj Baignoire se ve realzado por la presencia de los diamantes. A los 380 diamantes talla brillante del brazalete curvado se suman los 171 diamantes de la caja ovalada. 

El espíritu de sobriedad refinada se materializa también en el Tank Américaine Mini, con 569 diamantes engastados sobre oro blanco. Sus proporciones delicadas y su brazalete fluido revelan la feminidad contemporánea de Cartier: elegante, precisa, sin esfuerzo. El Panthère de Cartier, por su parte, intensifica su magnetismo felino con más de 470 diamantes que reflejan cada gesto de quien lo lleva.

El Tank Américaine, reloj con estilo y forma, se convierte en una joya de noche cuando Cartier lo engasta con 569 diamantes en una versión mini. 

Miniaturas exquisitas: relojes de cóctel contemporáneos

Al enriquecer a su familia de Evening Watches, Cartier retoma la tradición de los relojes de cóctel de los años veinte con una serie de piezas que difuminan los límites entre joya y reloj. Formas rectangulares, octogonales o cuadradas se convierten en lienzos para pavés de diamantes talla brillante y baguette. Algunas versiones combinan esmeralda, ónix y diamante, evocando el art déco con un contraste de negro, verde y luz. En estas creaciones, incluso el cristal de zafiro se talla como una gema y la corona desaparece, sustituida por un ingenioso mecanismo invisible que preserva la pureza del diseño.

Estas creaciones que perpetúan la tradición de los relojes de noche de los años 20 se llaman «de cóctel». Con ellas, el refinamiento se convierte en un arte, y se difuminan las fronteras entre relojería y joyería.

Más que una demostración de virtuosismo técnico, estas piezas son una declaración estética sobre el poder del detalle. Cada pieza, ya sea un Tank o un Baignoire, se convierte en una extensión de la piel y en una forma de expresión silenciosa. Cartier confirma así que la verdadera joya no se mide en quilates, sino en luz.

Para hacer este reloj, los artesanos de Cartier dedican más de 30 horas al trabajo de joyería y al engaste
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