Herencia viva, promesa futura

Hacienda San Antonio Hool e una joya patrimonial en Mérida y el venue de bodas más exclusivo. Aquí, el pasado y el amor se encuentran.

En Hacienda San Antonio Hool el pasado no duerme, respira. Entre muros centenarios y jardines que aún conservan el eco de otras épocas, esta joya del siglo XVII se transforma hoy en un refugio para los grandes «sí». Y es que, restaurada con amor y precisión, la hacienda yucateca invita a imaginar bodas que no solo celebran el presente, sino que honran siglos de belleza, poesía y permanencia.

la promesa terrenal

Su nombre lo dice todo: San Antonio de Padua, patrono de los matrimonios, y “Hool”, palabra maya que significa concavidad, puerta, rendija, umbral. San Antonio Hool fue pensada —y sigue viva— como un lugar de paso sagrado: entre el pasado y el futuro, entre lo que fuimos y lo que estamos por prometer.

La restauración respetuosa que ha vivido San Antonio Hool es un acto de amor en sí mismo: arquitectos, paisajistas y diseñadores trabajaron juntos para que el esplendor colonial dialogara con el diseño contemporáneo. Los arcos, los pisos originales, la vegetación cuidadosamente contenida: todo se mantiene fiel a su historia, pero con un aire nuevo que invita a quedarse. A mirar. A imaginar.

Donde las historias de amor encuentran forma

Ubicada a solo minutos del centro histórico de Mérida, la hacienda ofrece seis espacios diferentes para celebrar el amor con todas sus formas: desde una ceremonia íntima entre doce personas hasta una fiesta majestuosa para 700 invitados. Además, cada rincón —desde el jardín perfumado al salón que enmarca la luz como si fuera pintura—es un escenario listo para recibir flores, risas, promesas y vestidos blancos flotando con el viento.

La experiencia va mucho más allá del lugar. Aquí, cada pareja cuenta con un equipo que se involucra en cada detalle: desde los arreglos florales hasta los proveedores más reconocidos del país. Y para quienes sueñan con un fin de semana inolvidable, la hacienda también ofrece alojamiento de lujo. Y, por supuesto, gastronomía local reinterpretada y servicios diseñados para envolver al amor.

Un legado que florece

San Antonio Hool no es solo un espacio bello. Es historia viva. Lo supo bien el poeta José Peón Contreras, quien adquirió la hacienda cuando enfrentaba tiempos difíciles y la convirtió en un símbolo de recuperación, productividad y poesía. A ella le escribió versos, como quien le habla al hogar del alma:

“Desde allí se ven las torres de la ciudad,
y los ecos se escuchan de las campanas
sonorosas de los templos.”

Hoy, esas palabras siguen resonando. Solo que ahora, al eco de las campanas, se suma la música suave de una celebración. El murmullo de un “te amo” dicho en voz baja. Y el suave crujido de los pasos que se dan juntos, hacia siempre.

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