Cuando el color adquiere volumen

Tourbillon suspendido y esmalte Grand Feu en una carátula única que reinterpreta el legado naturalista de Jaquet Droz.

Historia natural bajo la lupa

Desde el siglo XVIII, Jaquet Droz ha cultivado un imaginario donde la naturaleza funciona como archivo estético y laboratorio técnico. La nueva Petite Heure Minute Red Gold Hummingbird, creada por encargo para un coleccionista privado, retoma ese linaje con una lectura más contemporánea. Los colibríes y las flores de hibisco, motivos habituales en los herbarios ilustrados, reaparecen ahora en una carátula de 39 mm en oro rojo. La escena floral se aleja del tono romántico y se acerca a la observación científica: cada pétalo, cada hoja y cada cambio de luz están construidos con una precisión que recuerda a las láminas botánicas del siglo XVIII, aquellas que entendían la belleza como una consecuencia de la técnica.

Artesanía que añade volumen al tiempo

La carátula de oro de 18 quilates, pintada y grabada completamente a mano, revela lo que sucede cuando la artesanía decide ocupar el centro de la conversación. Los dos colibríes parecen apliques, pero no lo son. Surgen de una técnica pictórica que genera volumen a partir de capas mínimas de esmalte, aplicadas con el pelo de un pincel hasta alcanzar un grosor que apenas llega a una décima de milímetro. Las flores migran del rojo al amarillo solar. Las alas cambian del blanco frío a matices casi transparentes. El cielo pasa del azul profundo a la claridad del mediodía. Cada matiz exige diversas horneadas siguiendo la tradición del esmalte Grand Feu, un proceso donde un error de temperatura puede obligar a empezar de cero.

En el interior, la historia continúa. A las 12 h, el tourbillon aparece suspendido gracias a una jaula y un puente de zafiro. El escape de silicio lo mantiene estable ante variaciones estacionales y la reserva de marcha de 7 días lo sitúa como una pieza pensada tanto para la contemplación como para el uso. La masa oscilante en oro también recupera los colores de los colibríes, como si la narrativa naturalista estuviera escrita en ambos lados del reloj.

El lujo que encuentra su propio ritmo

Hoy las mujeres buscan relojes que acompañen su vida sin imponer una narrativa fija. La Petite Heure Minute responde a esa idea con una artesanía que no mira atrás con nostalgia, sino con intención. La caja de 39 mm se adapta con facilidad a distintas muñecas; tiene presencia, pero no exige protagonismo. Aunque es una pieza única pensada para el coleccionismo, su ergonomía en oro rojo y la ligereza de la carátula esmaltada permiten llevarla con naturalidad.

En medio de un mercado saturado de promesas aspiracionales, esta creación apuesta por otra forma de lujo: entender el tiempo como un espacio donde se trabaja, se pinta y se construye historia. La carátula no solo representa una escena, también conserva la técnica y la memoria de la maison. En esa coherencia silenciosa está su fuerza.

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