Es raro relacionar a Audemars Piguet con El mago de Oz, pero la idea cobra sentido cuando se sabe del cariño profundo que le tienen a su terruño. Para ellos, como exclama Dorothy al regresar a Kansas, “¡no hay lugar como el hogar!”. En Le Brassus, un pequeño pueblo del Valle de Joux (Suiza), Audemars Piguet tiene sus oficinas centrales, su manufactura, su museo y, en resumidas cuentas, su casa. Así ha sido desde 1875, cuando un par de amigos relojeros llamados Jules Louis Audemars y Edward Auguste Piguet establecieron un atelier al que sabemos que le fue bastante bien… Aunque, claro, no fue fácil.
Los orígenes en el Valle de Joux
Doscientos años antes de que esa historia pudiera gestarse en ese valle específico, los conflictos religiosos que se desataban en Europa obligaron al francés André Audemars a huir de la persecución de la que eran víctimas los creyentes que querían reformar el cristianismo. Tras su llegada y establecimiento en Ginebra, su hijo Jacob se convirtió en el primer Audemars en llegar al Valle de Joux, donde construyó una pequeña granja en un lugar llamado Les Derrière-les-Grandes-Roches y echó raíces. Suena idílico, pero en esos tiempos no lo era en absoluto: los robos y los incendios eran una constante y los inviernos podían ser un peligro mortal, como pasó entre 1791 y 1792. El duro invierno del que hablamos ocurrió dos siglos después de la llegada del primer Audemars al valle y 100 antes de que Audemars Piguet fuera siquiera una idea. Por entonces, la única persona que había unido esos apellidos en una misma identidad era la mujer que ahora habitaba Les Derrière: Suzzane Audemars, cuyo nombre de soltera era —seguro adivinaste— Suzzane Piguet.
La fuerza de “La Zanne”
Como esto es digno de Casos de la vida real, les pido que me acompañen a ver esta triste historia: el invierno de 1791-92 fue tan terrible que Suzzane perdió a su esposo y tres de sus seis hijos a causa de una epidemia desconocida. Las enfermedades eran una constante y el aislamiento y la falta de médicos en la región lo agravaban todo. Sola, en duelo y viviendo en un clima hostil con tres pequeños que cuidar, “La Zanne” como la conocían en el valle, tenía como única arma la fuerza de su carácter. O bueno… no exactamente la “única arma” porque, cuenta la leyenda, tenía un tesoro escondido bajo la cama y que, para protegerlo, dormía con un rifle listo para ser usado. Para ganarse la vida y mantener a sus hijos,“La Zanne” trabajaba en canteras de construcción y compartía sus conocimientos de herbolaria, pero se rumorea que era curandera y contrabandista. Eso no lo podemos comprobar, pero lo que sí sabemos es que no le faltaba visión. En busca de asegurar un futuro mejor para sus hijos, pidió a sus familiares y amigos que los introdujeran al oficio relojero.
Gracias a esa idea, Louis-Benjamin, que entonces tenía nueve años, descubrió su pasión y se convirtió no solo en uno de los mejores relojeros delValle de Joux, sino también en pionero de una de las dinastías más importantes de la alta relojería. Todo, si se fijan, gracias a que obedeció a su madre. (Por cierto, Louis-Benjamin se casó con Julie LeCoultre, cuñada de Phillipe Samuel Meylan… ¿te suenan esos apellidos? ¿no es esto un gran chisme para otro día?).
Solo mujeres audaces
Al repasar los nombres de las mujeres que han trabajado e influido en Audemars Piguet a lo largo de los últimos 150 años, es fácil encontrar que todas comparten el mismo espíritu audaz de “La Zanne”, comenzando por Jasmine Audemars. Bisnieta de Jules Louis y por lo tanto trastataranieta de Suzzane, fue presidenta de la junta directiva de la compañía hasta 2022; preside la Fundación Audemars Piguet desde 1996 y, además, es una periodista brillante que piensa que “en un mundo cada vez más digital y virtual, ser testigo de cómo manos humanas modelan relojes mecánicos sublimes, resulta tan reconfortante como mágico”.
Como ella, otras mujeres enamoradas de esta magia han hecho historia en Audemars Piguet. Por ejemplo, a la diseñadora de joyas Carolina Bucci le debemos el terminado Frosted Gold que hizo más glamoroso al Royal Oak. En la parte técnica, Anne-Gaëlle Quinet, jefa de Complicaciones de la manufactura desde 2023, es una de las mentes detrás de hitos como el revolucionario movimiento automático de calendario perpetuo que permite ajustar todas las funciones con la corona y que se estrenó en la colección especial del 150 aniversario. Su labor antes se consideraba tan masculina como el Royal Oak. Pero ¿quién probó que esto no era cierto? Jacqueline Dimier, legendaria jefa de Diseño de Producto de AP entre 1975 y 1999 y creadora, en 1976, del primer Royal Oak femenino. Respect!